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Inesperado hallazgo en un espacio funerario ayuda a descubrir la evidencia más antigua del consumo de drogas en Europa


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El análisis ha demostrado que los habitantes de la isla de Menorca consumían plantas que alteraban la capacidad sensorial hace unos 3.600 años.

Arqueólogos han descubierto en un espacio funerario de la Edad del Bronce una cámara en la que los antiguos habitantes de las islas Baleares escondían cabello humano. Un análisis ha demostrado que las personas a las que les pertenecían los cabellos consumían drogas, proporcionando la evidencia más antigua del consumo de estas sustancias en Europa.

Los antiguos habitantes de las islas Baleares escondían cuidadosamente los cabellos que usaban en los ritos funerarios de sus antepasados. El hallazgo ayudó a los científicos a sacar conclusiones sorprendentes sobre los rituales, incluidos los relacionados con el uso de plantas medicinales, informó este jueves Science News.

Los antropólogos ya tenían evidencias del consumo prehistórico de drogas en Europa con base en pruebas  circunstancial, como el descubrimiento de alcaloides de opio en recipientes de la Edad de Bronce y el hallazgo de restos de plantas alucinógenas en lugares donde se practicaban rituales y en representaciones artísticas, según un estudio publicado en la revista Scientific Reports.

Ahora, la arqueóloga Elisa Guerra-Doce, de la Universidad de Valladolid (España), y sus colegas del mismo centro universitario han examinado mechones de cabello de la cueva des Càrritx de Menorca, que fue habitada por primera vez hace unos 3.600 años, durante la Edad de Bronce en Europa. Esta cueva contiene una cámara funeraria utilizada hace 2.800 años y en ella fueron enterradas unas 210 personas.

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Los mechones de cabello de algunos de los enterrados se tiñeron con pintura roja, se colocaban en un recipiente hecho de madera o cuerno y luego los escondían en una cámara separada en lo profundo de la cueva.

El análisis químico del cabello mostró la presencia de alcaloides efedrina, atropina y escopolamina. Los dos primeros son producidos por plantas de la familia de las solanáceas y pueden causar delirios, alucinaciones y cambios en la percepción sensorial. La efedrina es un alcaloide psicoactivo que se encuentra en especies de la planta efedra.

Los chamanes aprendieron a manejar y consumir estas plantas potencialmente tóxicas de manera segura, sostienen los investigadores.

Los potentes efectos en la conducta y en la capacidad sensorial hicieron que estas plantas se convirtieran en ingredientes indispensables para los chamanes de todo el mundo en rituales de adivinación, profecía y éxtasis.

Por actualidad.rt.com

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