Arte

Luis Benshimol nos habla de Carlos Rojas González, el Gran Maestro de Colombia

Siempre apasionado por los protagonistas de las artes plásticas y contemporáneas a nivel mundial y, sobre todo, regional, Luis Benshimol (miembro de la Junta Directiva de la Fundación Cruz-Diez) publicó recientemente un artículo en su portal oficial en el que detalla brevemente la vida y obra de un gran maestro de la escena artística colombiana: Carlos Rojas González.

Benshimol no habla en su texto de cualquier persona. Por supuesto que no. Se trata, nada más y nada menos, que de un hombre que dominó el contexto del arte plástico en Colombia durante la segunda mitad del siglo pasado luego de haber estudiado arquitectura y arte en la Universidad Javeriana y la Universidad Nacional de Bogotá, respectivamente.

Un artista plástico, Carlos Rojas González, que se especializó en la Escuela de Bellas Artes de Italia, estudió diseño en el Instituto de Artes de Roma, y representó a su país (¡con apenas 25 años de edad!) en la Bienal Internacional de Venecia y en la Bienal Internacional de México a finales de los años cincuenta.

Un maestro en toda la extensión de la palabra que se encargaría de desarrollar el pensum de estudio de la Facultad de Diseño de la Universidad Nacional de Colombia y de cofundar la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Los Andes y la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. En estas dos últimas instituciones, por cierto, enseñó por casi veinte años pues esa era su vocación (Rojas González es artífice del desarrollo integral de grandes exponentes colombianos).

Evidentemente sus revolucionarias creaciones fueron muy destacadas y cruzaron fronteras hasta deslumbrar en galerías de toda América, Europa y Asia… Y tanto fue el poder de sus obras, por cierto, que ganó el Primer Premio del XX Salón de Artistas del año 1969 y hasta llegó a ser nombrado como la principal figura del arte colombiano en los ochenta.

Carlos Rojas González cuenta con la admiración de críticos, coleccionistas y expertos como Luis Benshimol a causa de una obra de vida llena de subdivisiones del sustrato en planos homogéneos de color, de progresiones cromáticas regentadas por las líneas rectas y las franjas, por el juego de la intensidad de los tonos y, en general, por una propuesta compositiva que no hace otra cosa que deslumbrar a los espectadores.