«no rechazan la energía nuclear ni el fracking». Europa debería preocuparse
Por primera vez, desde la década de los 50, EE. UU. está produciendo más energía de la que consume gracias a sus propios recursos naturales. Además, ha empezado a reducir ligeramente su consumo.
Un gran porcentaje de ciudadanos estadounidenses consideran que combinar el uso de energía renovables y fósiles, entre las que se incluirían la nuclear y el fracking para la extracción de gas y petróleo es una opción buena y necesaria. En Europa, en cambio, la prohibición de muchos países del fracking (Francia, Alemania, Países Bajos) y la nuclear (donde Alemania también sería un ejemplo claro de veto) está condicionando su independencia energética.
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EE. UU., tierra del fracking
El norteamericano medio está empezando a concienciarse sobre el uso de energías renovables, como la eólica, la solar o el hidrógeno; sin embargo, todavía existe un amplio grupo que ve con mejores ojos los combustibles fósiles, como el petróleo, el carbón y el gas natural.
Entre los votantes republicanos, el 60 % apoya la producción mediante combustibles fósiles, mientras que un 87 % de los demócratas prefieren las energías renovables: un 53 % de estos opta por combinarlas para no perder competitividad, mientras un 45 % opta por su total eliminación.
En los últimos cinco años (2020-2024), el apoyo republicano se ha volcado, además, en los combustibles fósiles, aumentando la defensa de las perforaciones en alta mar (48 %), el fracking (44 %) o la minería de carbón. Un amplio grupo, además, apoya las instalaciones solares (78 %), eólicas (72 %) y nucleares (56 %).
The US is producing more energy than it consumes for the first time since the 1950s. pic.twitter.com/39fpO44tIG
— Hunter📈🌈📊 (@StatisticUrban) October 21, 2024
La fracturación hidráulica, el fracking, y la energía nuclear siguen siendo un tema de debate en Estados Unidos, puesto que su apoyo o rechazo está muy vinculado a factores políticos, sociales, y también ambientales.
Con el fracking, EEUU muestra un apoyo moderado (el 44 % de la población está de acuerdo, pero con una amplia mayoría preocupada por el riesgo ambiental, la posible contaminación de los acuíferos y la emisión de gases de efecto invernadero, en el contexto de cambio climático.
La postura de Estados Unidos, como nación, es la de liderazgo mundial en cuestiones de fracking, lo que ha conseguido aumentar notablemente su producción de petróleo y gas natural a la vez que ha ido reduciendo, paulatinamente, la dependencia de fuentes energéticas externas.
Una estrategia que varía entre estados como Nueva York y Maryland (que han prohibido el fracking) o Texas o Dakota del Norte, donde resulta fundamental a nivel de economía y empleo.
En el terreno de la energía nuclear, la opinión pública se ha ido haciendo más y más favorable (hoy, el 56% de los ciudadanos apoya la expansión de la energía nuclear para la generación de electricidad), pues se percibe como una opción libre de emisiones de carbono que puede ayudar a cumplir con los objetivos climáticos.
Asimismo, existen inquietudes en relación con la gestión de residuos nucleares y el riesgo de accidentes. El gobierno actual ha apostado (2024) por la investigación y la implementación de nuevos tipos de reactores, especialmente reactores modulares pequeños, que prometen mayor seguridad y viabilidad económica: una opción similar a la escogida por algunos países del norte de Europa.
Europa dependiente
En Europa, no obstante, las restricciones y prohibiciones sobre el fracking son mayoritarias (en España, por ejemplo, ni se contempla), debido a la preocupación ambiental y de seguridad, mientras que la nuclear se ve con, más o menos, recelo dependiendo del país (en Alemania, se está eliminando todo el programa nuclear tras el desastre de Fukushima, en 2011).
En cambio, países como Finlandia y el Reino Unido apuestan por reactores modulares, como los estadounidenses, que se perciben como una opción de futuro y una apuesta por las energías limpias. El gran problema es siempre el mismo aquí: el manejo y la gestión de los residuos, que se mantiene como tema de debate.
Pese a la reducción de emisiones de carbono, los programas nucleares no acaban de verse con buenos ojos en parte de Europa. Estados como Austria o Dinamarca abiertamente antinucleares, y una gran mayoría contraria al fracking.
Todo ello, ha hecho que Europa esté en las antípodas de los EE. UU. en cuestiones de competitividad.
Renergizar Europa
El continente europeo es uno de los mayores importadores de energía del mundo, sobre todo, de gas natural y petróleo: el 60 % de la energía primaria se importa de Rusia, Noruega, el norte de África y el Medio Oriente, lo que puede suponer dificultades en momentos de crisis, como la guerra en Ucrania. En cambio, los estadounidenses han podido reducir su dependencia gracias al fracking y las reservas de petróleo.
Con el objetivo de poner fin a la dependencia energética frente a Rusia, Europa ha lanzado el programa RePowerEU entre sus estados miembro, para diversificar las fuentes de energía y acelerar el paso a renovables.
Mientras tanto, está claro que EE. UU. ha asegurado su independencia energética con modelos más arriesgados para el medio ambiente, pero más beneficiosos para sus ciudadanos. Europa debería preocuparse: la alternativa en este contexto (y que me perdonen el chascarrillo) es ponerse las pilas, pero ya mismo.