Gerencia venezolana

¿Sabes cómo identificar a un mal jefe?

Existen jefes que se preocupan por incentivar el desarrollo personal y profesional de sus empleados, pero hay algunos que directa o indirectamente influencian negativamente a sus trabajadores.

Marcela Acero, líder de consultoría de E-Hunters, apoyada en el documento ‘Generación y mercado laboral, del Instituto de Empresa Business School’, dice que para identificar un mal jefe se debe partir de la evolución que han tenido las organizaciones en términos de integrantes, objetivos, recursos y relaciones. Las nuevas generaciones fuerzan a los líderes a adoptar un estilo más inclusivo, lo que implica que estos olviden la mentalidad de jefes y pasen a practicar métodos de entrenamiento.

Sin embargo, Melissa Rangel, comunicadora social, es una de las personas que ha contado con “la mala fortuna de tener muchos malos jefes”, “no digo que un jefe debe estar felicitando, pero si se hace un buen trabajo no está de más darlo a saber al empleado para que se motive y continúe por el mismo camino”.

Un mal jefe “sería el que no logra identificar las exigencias actuales del mercado y las diferentes generaciones. Aquel que no orienta su estilo de liderazgo hacia el trabajo en equipo. Uno que no brinde comunicación activa y abierta, ni que fomente la participación”, afirma Acero.

Asimismo, un mal líder, no es capaz de dar aportes en términos de conocimiento, ni comandar con ejemplo. También busca imponer y no cuenta con la capacidad de identificar las características de su fuerza de trabajo, para poder motivar y lograr orientar a su equipo hacia la meta esperada.

¿Qué hacer cuando tienes un mal jefe?

Según Marcela Acero de E-Hunters, se debe estar un paso adelante, y abrirse a nuevas oportunidades. Crear espacios convenientes para sustentar situaciones en las que se evidencie el impacto del mal jefe, para lograr acuerdos siempre desde lo positivo, sin realizar reclamos. Darle importancia a su opinión y tener en cuenta su experiencia, de toda situación o persona siempre existirá la oportunidad de aprendizaje.

Rangel recuerda que “llegó un punto en que era tan miserable en el trabajo que renuncié sin importarme nada más. Fue un momento en el que reconocí quién era, cuáles son mis capacidades, los estudios que tengo y la formación personal que me inculcaron mis papás”.

Añadió que su integridad como persona y profesional no tenía precio y optó por buscar un empleo que le brindara mayor tranquilidad, “porque si en el lugar de trabajo donde pasas más de la mitad de tu tiempo diario te sientes infeliz, no es para ti”, concluyó.