Finanzas

Se agranda la brecha entre caseros e inquilinos en España, pero limitar el precio del alquiler no lo va a solucionar

Los niveles de desigualdad entre caseros e inquilinos se agrandan. Se estima que la renta de los propietarios supera en 20.000 euros anuales a los ingresos de los inquilinos, aunque estos no arrenden. Se trata de una dualidad de la ‘generación inquilina’ frente a la ‘generación de caseros’. No obstante, por mucho que el Gobierno de Sánchez trabaje por limitar el precio de los alquileres, no acabará con la brecha. La única solución real es construir más vivienda accesible.

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Los datos exactos que reflejan la desigualdad

La Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) elaborada por el INE viene a demostrar que desde la crisis inmobiliaria de 2008, se generó una hornada importante de arrendatarios, los cuales en 2020 representaban al 19% de la población. Los arrendadores concentran las rentas más elevadas del país; entre los 45.000 y los 55.000 euros anuales (más de la mitad de los caseros). Y es que en la última década, el precio de los alquileres se ha incrementado en un 77% frente al 33% de la renta media de los hogares.

Estos baremos son compartidos por la Encuesta Financiera de las Familias, del Banco de España. Se señala que la ratio de ingresos de los arrendadores es hasta 2,58 veces superior a la de los inquilinos, manteniendo un diferencial a favor de los propietarios aunque los precios bajasen. Se trata de un potente mecanismo de amplificación de la desigualdad.

El análisis ‘El Mercado del alquiler. Fuente de desigualdad’, elaborado por el Grupo de Estudios Críticos Urbanos, señala que la brecha de ingresos queda reflejada en la renta media bruta anual. La de los caseros es de entre 50.604 y 56.473 euros, mientras que la de los inquilinos se sitúa entre los 19.758 y los 26.288 euros.

Los caseros poseen más ingresos que los propietarios de un piso o una casa y que no los tienen en alquiler. Hablamos de que la diferencia es muy importante, ya que la renta mediana bruta de quienes no ponen su vivienda en el mercado oscila entre los 30.000 y los 36.413 euros.

Llama la atención que, entre el 73% y el 79% de los hogares de caseros se ubican en los dos cuartiles de renta más elevados. Entre los hogares de inquilinos, entre el 25% y el 35% se sitúan en los segmentos de ganancia más elevados. Por su parte, los ingresos más bajos incluyen al 65%-75% de los hogares inquilinos, frente al 21%-27% de los hogares de caseros.

Eliminación de los ingresos por alquiler en la renta de los caseros

El Gobierno debe abogar, en lugar de por limitar el precio del alquiler, por construir más viviendas sociales y accesibles. De no ser por los ingresos por alquiler, la renta de los caseros sería mucho más baja.

Solo hay que comprobar los datos de la Agencia Tributaria, que señalan que su renta mediana disminuiría de 51.007 a 40.515 euros. No obstante, seguiría siendo 20.757 euros por encima de la renta mediana anual de los hogares de los inquilinos, que se mantendría igualmente en los 19.758 euros.

Si los ingresos de los alquileres se reducen o eliminan, los caseros serían el grupo con mayores ingresos del país, lo que demuestra que el alquiler es un mecanismo potente para amplificar la desigualdad socioeconómica. Pues los caseros mantendrían ese diferencial de rentas en positivo.

Soluciones eficaces

Además de la señalada por parte del Gobierno, los autores de dichos informes aseguran que es necesario que se implanten medidas que incluyan políticas para reducir la transferencia regresiva de rentas de los inquilinos hacia los caseros. Solo así se logrará cimentar una grieta social cada vez más amplia.

Solo hay que ver las consecuencias reales de las medidas gubernamentales. La implementación de políticas orientadas a la reducción de los precios del alquiler, para solventar las necesidades residenciales básicas, solo va a traer el reequilibrio de la pronunciada desigualdad social.

De ahí la necesidad de establecer controles de alquileres más estrictos, superando, incluso, el actual Índice de Precios para zonas tensionadas, en vigor por el momento, exclusivamente en la región de Cataluña.

La clave pasa por instaurar índices basados en salarios, no en precios de mercado. De ahí la necesidad de tener en cuenta rentas medianas de barrios, distritos o zonas tensionadas, además de los tipos de vivienda, su antigüedad y sus servicios.

De este modo, se desmiente por completo el mito de que los pequeños propietarios tienen serios problemas para conseguir llegar a final de mes. Las subidas masivas de los precios de los inmuebles han derivado en un proceso masivo de transferencia de rentas de inquilinos a caseros, de la población de menor renta a la de mayor renta.

Son necesarias unas políticas públicas efectivas, capaces de reducir la transferencia regresiva de rentas de los inquilinos hacia los caseros y, por ende, la grieta social actual tan pronunciada.

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